sábado, 4 de septiembre de 2010

DESPUES DE BABEL

En Babel debieron quedarse los más numerosos o fuertes. Los demás grupos debieron salir en todas direcciones. Los más fuertes debieron escoger su territorio y los más débiles debieron marchar en dirección a territorios menos atractivos.
En su marcha observarían los restos del diluvio: Esqueletos, lagos salados (algunos aún permanecen así) y animales hostiles que proliferaron al salir del arca. Aparecerían nuevas enfermedades y desaparecerían algunos de estos grupos humanos. 
Estos grupos debieron coger su propia identific ación genética que los diferenciara de otros, así salieron las razas y etnias.
Expertos en identificación del ADN aseguran que la vida  ha aparecido recientemente. Si la cronología bíblica es completa, en 6.000 años han aparecido muy pocas generaciones. 
Teniendo en cuenta que al principio vivían y se engendraban a partir de los 100 años, podemos calcular  que es difícil que existan personas con más de 250 antepasados, por lo que la evolución no es más que lo que podamos observar ahora entre las razas. Las calaveras que los evolucionistas clasifican como eslabones entre el mono y el hombre, tendrían que ser estudiadas a fondo por científicos creacionistas. Seguro que hay una explicación para cada caso. Incluso como medida prudente, pensar que el tiempo ha deformado el cráneo, que ha sido víctima de alguna enfermedad tal vez desconocida, que se ha ahogado en el diluvio, que sea alguno de los gigantes que menciona la Biblia, un problema de malnutrición o falta de minerales en los huesos, deformaciones por edad (ahora podemos estudiar el cráneo de un recien nacido, un adolescente, adulto, anciano, pero ¿cómo es el cráneo de un longevo de 800 años y el de un vegetariano que sus antepasados no han probado carne?). No sabemos cuando empezó el hombre a comer carne, posiblemente muy pronto, al observar que los carnívoros eran más fuertes que los vegetarianos.

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